"Así, montados en nuestro cubo, nos asomaremos al próximo milenio, sin esperar encontrarnos nada más que aquello que seamos capaces de llevar". Italo Calvino.
jueves, 8 de julio de 2010
Tres cuadros clave
No sé mucho de pintura, pero me gustaría comentar tres cuadros que para mí fueron clave en comprender a Picasso. El primero es una imagen con la que me topé casualmente y que me llamó la atención por no ajustarse bien al esquema que tenía del pintor. Se trata de Últimos momentos, un pastel que se encuentra en el Museo Picasso en Barcelona. El cuadro se presentó por primera vez en el Pabellón Español de la Exposición Universal de París en 1900, cuando Picasso todavía era Pablo Ruiz. Iba con su amigo Carles Casagemas con quien estuvo en París todo el otoño.
Después di con otro cuadro del mismo autor pintado el mismo año. Se trata de Le Moulin de la Galette (Museo Guggenheim), considerado el primer óleo “propiamente parisino” de Picasso. Fue realizado durante ese primer viaje a París, y representa el primer contacto directo del pintor con la vanguardia, los boulevares y la vida nocturna de la ciudad. Si se fijan bien, el cuadro es muy Tolouse Lautrec, y tiene mucha influencia de los impresionistas.
Picasso vuelve a Madrid en diciembre y un mes después su amigo Casagemas se suicida en París. Es en esa época cuando empieza a firmar sus cuadros con el apellido de su madre que le recuerda la sonoridad de Matisse, Poussin y Rousseau. Después vive en Barcelona su llamada ‘época azul’, influenciado por el simbolismo de Baudelaire, Rimbaud y Verlaine, por la muerte de Casagemas, la amistad de Max Jacob y el expresionismo alemán. Desde allí visita continuamente la capital francesa hasta que se establece definitivamente en París en 1904.
El tercer cuadro que quiero comentar es La familia de saltimbanquis pintado por Picasso en 1905, ya establecido en Montmartre. Los saltimbanquis tomaban las plazas de París los domingos. En el cuadro está un acróbata y un arlequín conversando, una niña que ve las flores de su canasta, un malabarista cargando un tambo y un niño. No hay un centro, pero la estructura y las miradas confluyen todas en una mujer de sombrero que parece ajena a todo. La pintura tiene mucha influencia impresionista y según Rilke es el más bello de los Picassos por su temática tan parisina. Con este cuadro Picasso empieza a transitar suavemente hacia lo que se conoce como época rosa.
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