miércoles, 13 de agosto de 2008

Canción para arrullar a un padre


Beatriz Zuluaga

Ahora que a tus años te has vuelto tan pequeño
Puedo llevarte en el cuenco de mi mano,
Mano-abrigo, mano-nido que recoge
tu ritmo ya cansado.
Y cuento tus latidos padre-pequeño ahora
Como yo fui pequeña y también anhelaba caber
en el puño de tu mano.
Te llamo y no puedo desligar tu memoria
del árbol, de la rama, del fuego,
de mi primer vocablo, de la bruja y el hada.

Tu estatura entonces copaba entera
La puerta de mi alcoba y de mi alma.
Pero cuando ya estás cansado
y se encogen tus carnes y tus nervios,
pero crece tu corazón, casi no necesito hablarte
sino sentirte, sí, simplemente sentirte
para llegar allí donde nace tu anhelo,
donde teje Penélope el recuerdo.

Porque tú y yo estamos hechos de memorias
y los dos estuvimos unidos al mismo cálido cordón
umbilical de mi madre.
Y somos guardadores de sueños,
constantes vigías del pasado,
somos los centinelas de otros días,
los recogedores de ecos,
los cazadores de nostalgias.

Todo lo que tenemos nació en la misma casa
al calor de las mismas frazadas
sobre la misma mesa
donde tú con tu mano de padre
nos diste a todos el vino, el pan
y el agua clara.



A partir de el Retrato del Padre de Rembrandt regalo a mis lectores esta poesía de Beatriz Zuluaga, nacida en Manizales, Colombia en 1933. De poesía libre, a veces erótica, a veces comprometida, Beatriz Zuluaga transitó de reina de belleza en Colombia a poeta, periodista y publicista. Incluso, según cuenta al diario La Patria, dictó su primer recital con poesía propia antes de tener publicaciones: “Un día en Manizales, en una fiesta de esas en que acaba todo el mundo en la cocina, alguien dijo un poema y yo dije otro. Entonces Mario Vélez Escobar, el rector de la Universidad de Caldas, me preguntó de quién era ese poema y le respondí que mío y me dijo: en veinte días usted va a tener un recital en el aula máxima de la Universidad con Víctor Mallarino. Sin publicar, ya tenía recital.”

Con la poeta Emma Gutiérrez fundó en los bajos del antiguo Colegio de Santa Inés la Casa de la Cultura en Manizales, que organizaba conferencias, exposiciones y tertulias intelectuales. De su primer libro, La Ciega Esperanza (1961), Jorge Santander-Arias dijo: “Allí hay agua de amor; esperanza clausurada, y esa levedad imaginativa que conocimos en las manos colmadas de esa pedagoga heroica y taciturna que fue la Mistral.” Después vinieron Este Cielo boca abajo (1970), Definiciones (1980), Las vigilias del sueño (1989), Por los caminos de Caldas (1991), Eres Eros (1997) y A corazón abierto (2004). De su obra ha dicho Jaime Mejía Duque: “difícilmente se encuentra en ella un poema prescindible”.

Beatriz Zuluaga dirigió por muchos años el suplemento cultural del periódico La Patria donde fue objeto de anónimos que la enviaban a trabajar a su casa o a elaborar reseñas de sociales. Después dirigió la revista Mujer en Bogotá en la que ella misma “escribía novelitas tipo Corín Tellado” cuando faltaba material, y trabajó por más de diez años como publicista.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tomo prestada esta bella poesía para homenajear a mi padre en su día. Ella habla por mí. Yo agradezco el haberla conocido!