jueves, 4 de octubre de 2007

¿El Cid en Irak?


El único texto escrito que se conserva del Poema de Mio Cid es una copia que en 1307 hizo el clérigo Per Abbat a partir del original de 1207. El ejemplar consta de 74 hojas de pergamino y está guardado en la Biblioteca Nacional de Madrid desde 1960. En 2007 el mundo hispano festeja, en consecuencia, 800 años de la aparición del famoso cantar de gesta, nítido dibujo de la España medieval.


En una primera lectura, más que el relato épico, me llamó la atención la contradictoria moral del cristianismo que históricamente se ha extendido a base de sangre y asesinato. Por poner un ejemplo actual, aunque sabemos que lo que verdaderamente interesa a George Bush es el petróleo irakí, ha justificado en términos religiosos la guerra contra los países árabes alegando en su discurso que son 'el eje del mal'. El gobierno español, bajo similares intenciones imperiales, apoyó a Estados Unidos en el ataque a Irak, quizá después de leer las aventuras de su octocentenario héroe. Total, que en pleno siglo XXI sigue habiendo descripciones como la siguiente, del siglo XII, contenida en el Poema del Cid.
Los moros yazen muertos, de bivos pocos veo
Los moros e las moras vender non los podremos,
Que los descabecemos nada non ganaremos;
Coiamos los de dentro, ca el señorio tenemos,
Posaremos en sus casas e dellos nos serviremos.


A pesar de todo El Poema del Cid retrata a un personaje humano, con un fuerte sentido del honor y el deber, leal al rey, justo con sus subordinados y amante de su familia, capaz de entablar cruentas batallas y a la vez de llorar ante su esposa Ximena y sus hijas. He ahí su grandeza. Que la obra exalte los triunfos de los cristianos sobre los árabes, es ante todo punto de vista del autor y circunstancia histórica del protagonista.


Aunque en la obra no faltan omisiones históricas e invenciones, Rodrigo Díaz el Cid es un personaje real nacido en 1043 y muerto en 1097. Nació y creció en Vivar, a pocos kilómetros de la ciudad de Burgos, en una familia de la nobleza. Dada su religión, resulta paradójico que se le reconozca a partir de una palabra árabe, sayyid, que significa amo o señor y se transcribe como ‘Cid’. En 1074 se casó con Ximena Díaz, hija del conde de Oviedo, con quien tuvo dos hijas: Elvira y Sol, casadas una con el Conde de Barcelona y otra con el infante de Navarra para afianzar alianzas militares. Su único hijo varón, Diego Díaz, murió en una batalla.


El Poema del Cid ha sido objeto de diversas adaptaciones. Autores como Lope de Vega, Tirso de Molina y Corneille, han recreado la narración. En 1961 Charlton Heston caracterizó a Rodrigo Díaz y Sophia Loren a Ximena en la película El Cid. Y en el 2003 un realizador español, José Pozo, realizó una versión en dibujos animados: El Cid, la leyenda.



Aquí en Mazatlán, El Cid es el nombre de un gran complejo turístico y un fraccionamiento, obras ambas de un refugiado español nacionalizado mexicano: Julio Berdegué Aznar, quien falleció precisamente en el octavo centenario de la obra literaria que da nombre a su empresa.


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