domingo, 11 de enero de 2009

Lo que fue sagrado


No es para el turista culto que se está llenado de lucecitas a Teotihuacan. Es para el turista snob, el que se aburre ante las películas que no tienen muchos efectos especiales y “mucha acción”, el que ama Las Vegas porque ese es su modelo de status, el que busca experiencias “super” que llenen de emociones su mundo hueco de historia.

El resultado es kisch, pero ellos no lo ven así porque su lógica es: si no tiene oro hay que pintarlo de dorado. Y no es por sagrado que tiene que brillar sino porque se busca despertar muchos ‘oooohh’ y ‘aaaahhh’ de sorpresa. El objetivo no es conocer la herencia indígena sino decir que ésta es mucho más espectacular que la mayoría de los circos.

No podría decir que dios los hace -porque soy ateo-, pero sí puedo afirmar que ellos se juntan. Los mercaderes y los consumistas están de nuevo prestos a reunirse en torno al oropel para despreciar en comunión a los indios y adorar juntos al dios del dinero.