miércoles, 31 de octubre de 2007

La catedral de Mazatlán


En términos históricos Mazatlán no es una ciudad muy católica. El primer panteón del puerto fue conocido como Panteón de los protestantes y durante mucho tiempo la única iglesia católica fue una capillita conocida como Templo de San José. Fue hasta 1855 que se inició la construcción de la catedral, diseñada por Estanislao León.
Eran tiempos de bonanza. Mazatlán era la capital del Estado de Sinaloa y varios empresarios católicos establecidos en el puerto, como Pedro Echeguren y de la Quintana, originario de San Sebastián, España, dueño de las minas de Guadalupe de los Reyes, de la fábrica de Hilados y Tejidos y de la Abastecedora de agua, contribuyeron con sus aportaciones. El padre Miguel Lacarra obtuvo de ellos jugosos diezmos jugando con sus complejos de culpa, pues por ejemplo Echeguren y de la Quintana vivía en ‘pecado de amasiato’ con doña Concepción Moreno.



Sin embargo no había mucho apuro por terminar porque fue 20 años después, en 1875, cuando los trabajos empezaron a tomar prisa. La catedral fue inaugurada en 1880 y trece años más tarde se empezaron a levantar las torres, siguiendo los planos de otra catedral, la de Guadalajara. Finalmente el gran templo fue ‘bendecido y consagrado’ en 1899.




El edificio estaba construido frente a un mercado popular (ver primeras dos fotos) que fue desplazado en 1900. Dentro del atrio enrejado que lo circunda se encuentran tres feos monumentos que parecen de yeso, entre ellos un Cristo Rey y un Juan Diego mostrando el áyate con la aparición de la virgen de Guadalupe.



El diseño arquitectónico es una combinación de morisco y gótico que le da una apariencia similar a la de algunas catedrales españolas. Las torres y la cúpula están recubiertas por azulejos amarillos y a diferencia de las demás catedrales en México, tiene un pórtico que abre con tres arcos moriscos y cuatro esculturas que representan a los Evangelistas: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.


Al interior de la catedral de Mazatlán se encuentran tres naves con detalles barrocos que terminan en altares de mármol y reciben la luz de los candiles franceses de cristal cortado. Santos y ángeles de mármol italiano adornan el altar principal en estilo gótico, y diversos frescos con escenas religiosas flanquean los altares laterales de diseño neoclásico. A los lados de la nave principal catorce esculturas europeas representan el Vía Crucis. Pero el tesoro más importante es un grandioso órgano construido en Paris por Aristide Cavaillie-Coll (1811-1899). El exterior de la Catedral es particularmente bello por las noches, cuando una iluminación especial destaca su monumental arquitectura.

martes, 30 de octubre de 2007

Los clavos de Cristo



Al leer el blog de mi amigo Ruy Alfonso Franco me topé con la letra de una canción que escribí como tema para su película Los Clavos de Cristo, realizada en el 2001. Como entonces me concreté a leer el guión, a hacer la música y a grabarla, viví muy de lejos las tribulaciones de un equipo de producción que tuvo que aferrarse con las uñas a ínfimos maderos para mantenerse a flote. Sin embargo he estado en situaciones similares y sé qué se siente cuando faltan dinero, y equipo técnico, y no se ve el final, y se va desgastando la energía humana hasta que se vuelve asunto de dignidad alcanzar el objetivo, y se llega a límites que hacen dudar de la posibilidad de emprender de nuevo empresas similares.

Ahora me da gusto ver de nuevo a Ruy Alfonso en su medio, acompañando a su hijo Aramis en la aventura de hacer cine a través de la Escuela de Ciencias Sociales de la UAS. Recién revisé de nuevo la página Otro rincón claroscuro -en la que antes me había perdido debido a una organización extraña de los vínculos- y vi un documental dirigido por Ruy sobre la producción de la película Así perdono. El documental está en http://www.afranco.es.tl/Ruy-Alfonso-Franco.htm, y durante los últimos cinco minutos lo podemos escuchar hablando de su experiencia como profesor de cine.


De Los Clavos de Cristo no tengo fotos. Algunas imágenes de este post fueron tomadas del ya citado blog de Ruy Alfonso (http://infidenciaslacolumna.blogspot.com/), que pronto añadiré a mi lista de páginas favoritas para que mis lectores aprecien con regularidad los textos y dibujos de un bloguero que quita el prefijo a lo confidencial y escribe para sí al otro que lo escucha muy adentro. Por lo pronto, dejo la letra de la canción que da pie a este escrito para que ustedes la destrocen con saña y a ritmo de pop rock. La interpretó Rafael Rodríguez acompañándose con la misma guitarra que empleó para grabar con Elisa Pérez Meza otras canciones de la misma película: ¿Por qué? y El blues de las margaritas.



Cabalgando por mares
Despejados y azules
Estrechando ansiedades
Bajo un cielo sin nubes,
Palpando los lamentos
De la noche
Que abre muslos de sombra
Y se enreda en la piel

Ay, dónde te encontraré,
Convexo es el cristal,
Mis manos de papel

Ay, cuando te encontraré
Si el tiempo en el reloj
Es nunca y es tal vez…

lunes, 29 de octubre de 2007

La Ecosofía


Cuanta razón hay en el filósofo-psicólogo Felix Guattari cuando habla de ambiente. La perspectiva tecnocrática ha sido incapaz de enfrentar el desequilibrio ecológico y el deterioro en los modos humanos de vida. El llamado ‘desarrollo’ sólo ha servido para incrementar la opresión, la marginalidad, el desempleo y las neurosis. No ha sido para enriquecer la vida, la sensibilidad, la inteligencia colectiva o el deseo.

Incluso los países desarrollados tienen hoy núcleos de sobreexplotación y zonas crónicas de desempleo que estimulan la desesperación social. En el nuevo ‘orden’ mundial se confunden la tercermundización, las inmigraciones, el racismo, la explotación del trabajo femenino e infantil y las catástrofes ecológicas.



Esto hace necesaria una perspectiva diferente y global que Guattari denomina Ecosofía, articulación ético-política entre el medio ambiente, la sociedad y la subjetividad humana. De ser posible separar estos campos, la ‘ecosofía mental’ buscaría antídotos a la uniformación mass-mediática, al conformismo de las modas o a las manipulaciones de opinión, y al mismo tiempo reinventaría la relación del sujeto con su cuerpo, con sus fantasmas, con el tiempo, la vida y la muerte. La ‘ecosofía social’ se encargaría de reconstruir y modificar nuestros esquemas del ser-en-grupo a partir de mutaciones existenciales de la subjetividad.


Sin embargo para Guattari ningún campo puede plantearse soluciones sin la intervención de los otros. Las tres ecologías deben concebirse en bloque, articular una nueva subjetividad, un socius mutante y un medio ambiente reinventado. Sólo mediante esta triple articulación será posible enfrentar al Capitalismo Mundial Integrado.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Cine y educación

Como es un lugar común decir que el cine sirve a la educación, yo sostengo aquí que todo depende de lo que el maestro pretenda obtener. Existen antecedentes de enseñanza audiovisual desde los escritos de Comenius, y era lógico que en cuanto surgió la imagen móvil se pensara en usarla con fines educativos. También es cierto que toda la cotidianidad de una época, las costumbres y gestos usuales, las formas de cortesía y de vestuario, pueden preservarse o recrearse en el cine. Sin embargo creo que las escuelas, sobre todo en nuestros tiempos, no deben quedarse con esta imagen del cine como vehículo educativo.


Me explico. Generalmente, por efectos de la industrialización y la tecnología, se piensa lo educativo desde el punto de vista del currículum. Desde esta perspectiva lo que transmite oficialmente la escuela son meros conocimientos. Si siguiendo este fin se proyecta a los alumnos una película, los maestros terminan negando la estética de la obra para hacer lo mismo que se hace con los libros de texto: una lectura reproductiva.

El concepto ‘lectura reproductiva’ pertenece a Gadamer y alude a quienes leen pretendiendo agotar el sentido del texto sin involucrar su propia subjetividad. Quienes actúan así están ignorando que nuestra lectura de un libro es siempre diferente. El libro no cambia: nosotros cambiamos. Y el escritor siempre dice algo más de lo que quería decir porque todos aportamos algo al texto. Querer limitarse al estricto significado del libro es negar incluso la comprensión, que consiste en contextualizar, relacionar y utilizar el mero contenido.

La lectura, la verdadera lectura, es productiva porque en vez de leer nos leemos. De la misma manera, el sentido de una película no se agota en las pretensiones del director. Está determinado por los espectadores, por cada espectador. Depende también del momento histórico porque toda lectura del pasado se realiza siempre en función del presente.


El cine es ante todo una obra humana: constituye una trama multisemántica en la que música, imágenes y desarrollo del drama contribuyen en conjunto a crear la percepción de un mundo aparte, sostenido en sí mismo. Si pensadores como McLuhan lo han llamado ‘aula sin muros’, se debe a que su poder educativo trasciende lo cognoscitivo para involucrar nuestros afectos, emociones y sensibilidad. El cine sirve para enriquecer nuestras identificaciones, para ampliar nuestros horizontes con la imagen siempre nueva de un beso o una batalla. Si es buen cine su efecto es principalmente estético, y esto significa que hace con nosotros (o nosotros hacemos con él) lo que hace una poesía o una canción: nos transforma para siempre. En otras palabras, la visión del mundo y de la vida que conlleva una película está dirigida al diálogo y en la medida que lo veamos así nos enriquece.

Después de estas observaciones, creo que se entenderá por qué pienso que, en asuntos de cine, los alumnos deben liberarse de la desviación docente. El Color Púrpura va más allá del discurso feminista, lo cual no significa que no sirva para comprender cómo una mujer pobre y de color logra liberarse de su triple atadura de género, raza y status social. Las Uvas de la Ira es más que el drama de la emigración y refiere a todos los seres humanos como expulsados de la tierra. Después de todo, en los hechos, todos tenemos capacidad para ir más allá del maestro que nos quiere acercar a lo ambiental mediante Danza con Lobos y Gorilas en la Niebla o a través de las maravillosas películas de Jean Jacques Annaud, Dos Hermanos y El Oso.

miércoles, 17 de octubre de 2007

La geometría del tiempo


Cuando en agosto de 2001 Pablo Martínez Corpus me invitó a inaugurar una exposición suya en el Museo de Arte de Mazatlán me topé con pinturas totalmente distintas a las que esperaba. Intenté comprender el brusco viraje de su obra a partir de una idea central: todos mantenemos nuestra identidad y sin embargo todos cambiamos. ¿Qué, en esta serie de cuadros, se mantiene del Martínez Corpus que yo conocía?, me pregunté. ¿Cómo enlazar conceptualmente la pintura anterior de Pablo, los juegos geométricos, con estas imágenes primitivistas, con estos mundos primigenios, con esta euforia nueva por la representación originaria?


La solución la encontré en un intelectual que entre los franceses es conocido como ‘el filósofo de la velocidad’: Paul Virilio. Y retomé un breve párrafo de este autor para decir: En esta exposición la geometría anterior de Corpus permanece, pero bajo formas más aventuradas que trascienden el espacio para conformar una geometría del tiempo, que sólo admite como perspectiva la vista aérea y el distanciamiento conceptual, o los ensambles de luz inscritos “ya no en un tiempo cronológico pasado-presente-futuro” como dice Virilio, sino “en el tiempo cronoscópico; subexpuesto-expuesto-sobreexpuesto”.

Crear el concepto 'geometría del tiempo' me permitió explicar por qué en el nuevo Corpus había un Homenaje a Tamayo cuya estable composición era simbólicamente tan veloz que congelaba y fosilizaba la tecnología, sumiéndonos en el vértigo del presente. En los nuevos cuadros había además un teléfono que se volvía rupestre y conducía aceleradamente el hoy a la gélida espiral de los mitos primitivos. Una ciudad de acerado origami que flotaba sobre barbaries paleozoicas de petróleo y sangre. Divisiones tajantes y horizontales que conformaban planos de tierra y cosmos, placas sedimentadas de humus y aluvión, espacios sucesivos de atardecer y polvo de estrellas, de fuego y luz.
Nuevos materiales se desplegaban al servicio de la intención del pintor -el ixtle, el pabilo, la marmolina, las tierras y los acrílicos-, para nombrar con asombro primario la espiral procreadora del sexo, la madeja deshilvanada del placer que abre unos labios vaginales, el movimiento animal de un pene que desenreda la unidad de la vida. En esa Zona Indómita (ver el cuadro con que inicia este post) se debatía la orografía femenina entre una constelación de signos terrestres que matizaban su animalidad para hacer surgir insospechados erotismos: espirales ocres abiertas al tacto, remembranzas fálicas y lúdicas, promesas de procreación, escaleras.


Aquí surgía también el trazo ancestral del Heloderma y de toda una fauna prehistórica representada con el goce de la erección originaria en desiertos grises de piel sedienta o en paredes de textura orgánica.


¿Cuánto hay de Pablo y cuánto de su padre en el Autorretrato (derecha)? Una enigmática figura, un malabarista de la representación -como don Aquino Martínez o como el mismo Pablo-, nos invoca con el poder mágico de los signos para regresarnos a los significados esenciales de la historia, a la unidad perdida del yo, al irrenunciable enigma del mundo. Se trata de un lúdico personaje que apresa el todo con tacto exaltado y con el corazón vaginal ligado al pueblo y a la tierra. La figura que lo representa es todo manos, toda creación, y nos recuerda las palabras de Fisher cuando define al artista como ‘el brujo supremo’.
Quisiera decir mucho más de Pablo Martínez Corpus con quien me enlaza una amistad de años, pero ante todo espero con ansia ver sus nuevas creaciones. Por el momento dejo para apreciación de mis lectores un cuadro de la serie La Tambora Sinaloense que obtuvo mención honorífica en el Premio de Pintura Antonio López Saenz, y adornó la contraportada del CD de Elisa Pérez Meza ‘Recordando al Trovador’.

lunes, 15 de octubre de 2007

Juegos geométricos


Después de una ajetreada semana, reinicio con la inquietante imagen de 'Mi maestra de tercer grado', cuadro en técnica mixta de mi amigo Pablo Martínez Corpus. Conocí a Pablo 13 años después de su arribo a Mazatlán. Al principio era para mí un maestro de educación especial al que estaba entrevistando para saber de su práctica docente. Pero gradualmente Pablo fue descubriendo ante mis ojos su verdadera razón de vivir: la pintura.

1999 era un año de transición en su obra. Los juegos geométricos habían sido por mucho tiempo su constante como lo atestiguan sus cuadros de esa época. Formas elementales surgidas del dibujo técnico, el estructuralismo y la pintura de Vasarely, daban lugar a sensualidades impensables en un hexágono o un rombo. Juan José Rodríguez decía entonces: “Corpus asume el reto de buscar erotismo en la línea recta”. Y era verdad. Mundos simbólicos provenientes de la gestalt y el psicoanálisis, trabajados en términos matemático-pictóricos, generaban problemas y riesgos que Pablo resolvía mediante composiciones lúdico-eróticas particulares.

Sin embargo, cuando el EZLN dio a conocer sus demandas en el sur de México, surgió la serie Los Desplazados, que abandonó el erotismo para asumir como propio e interno el mundo exterior, el de la lucha contra la injusticia social. En esta etapa Pablo Martínez siguió incluyendo figurativismo, naif y aventuradas exploraciones extrapictóricas en el origami, el bordado y los fotomontajes.


Luego llegó a sus cuadros la tradición de La Banda Sinaloense. Y los lenguajes estructurales sirvieron para representar el vivo estruendo de una música, cercana a la natal Oaxaca del pintor pero muy lejos del misticismo sureño. La Banda de Sinaloa ya era para entonces una mezcla de mercadotecnia y regionalismo ramplón, aunque había conquistado los mercados naturales en Estados Unidos y se alzaba económicamente poderosa.



En fin, cuando conocí a Pablo la geometría constructiva daba vida a sus ideas acompañada de nuevos materiales y nuevas concesiones: Tamayo, Toledo y Matisse orientaban sus excursiones dando lugar a sentidos particulares, propios de una subjetividad enriquecida en signos múltiples.


Pablo Martínez Corpus nació el 5 de octubre de 1963 en la ciudad de Oaxaca. Como él mismo afirma, creció en un paraíso pictórico, pues a los cinco años dormía en un cuarto en el que su padre "había pintado un árbol de la vida, así que convivía con Adanes y Evas”. De don Aquino Martínez, Pablo guarda recuerdos que marcan su trabajo: “Los amigos de mi padre vivían intensamente el movimiento hippie: pintaban de una manera psicodélica aunque otros preferían el cubismo o el surrealismo. Ninguno tenía tendencia clásica y creo que esas imágenes aún siguen en mí”.

martes, 9 de octubre de 2007

Me desordeno, amor, me desordeno

Carilda Oliver
Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.

Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada,
me desordeno, amor, me desordeno.

Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;

y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.



Nada mejor que un exlibris del lituano Marius Liugaila para acompañar los versos de Carilda Oliver Labra. Nacida en Matanzas, Cuba, en 1924, la poeta escandalizó a la sociedad cubana de los años 50 con Me desordeno, amor, me desordeno. Hasta el obispo fue a verla para exigirle que se retractara de su entonces audaz poema. Sin embargo, a pesar de su juventud, Carilda no cedió porque sabía que el erotismo forma parte de la naturaleza humana: “El problema es que de muy joven yo hacía lo que me parecía. No me sometí a reglas ni a moldes. Mis padres fueron conmigo únicos, excepcionales porque jamás me impusieron nada, y yo nunca fui indisciplinada, los respetaba pero... imagínate, si porque dije seno, que es una parte de la mujer y no una palabra prohibida”. Carilda Oliver es una de las más importantes poetas latinoamericanas. Ha ganado premios como el Nacional de Literatura, el Certamen Hispanoamericano del Ateneo Americano en Washington o el Premio Internacional José Vasconcelos 2002. Entre sus obras se destacan: Al sur de mi garganta (1949), Memoria de la fiebre (1958), Versos de amor (1963), La ceiba me dijo tú (1979), Desaparece el polvo (1983), Calzada de Tirry 81 (1987), Se me ha perdido un hombre (1993) y Libreta de la recién casada (1998).

lunes, 8 de octubre de 2007

El New Age o lo que queda de los hippies


Quien busque información sobre el New Age encontrará que las principales críticas provienen del catolicismo. Y es que el New Age considera a cada quien como ‘energía’, como su propio Dios, lo cual resta toda autoridad al sacerdote y a las divinidades externas. Sin embargo, para entender realmente al New Age es necesario analizar un elemento que la crítica católica no menciona: el hippismo.


Los hippies surgieron en los años 60 en Estados Unidos, casi al mismo tiempo que los ‘grupos de luz’ en Inglaterra, con un discurso de orientalismo, esoterismo, naturismo, ecologismo, yoga y métodos de control mental para ‘ser uno mismo’. Mediante la vida común buscaban crearse mundos propios, afianzar las particularidades de su identidad y separarse del modo de vida corriente.
En general eran una amenaza para el sistema porque renunciaban explícitamente a la sociedad de consumo, protestaban contra el autoritarismo y la burocracia, pugnaban por una economía igualitaria y una vida común y cooperativa. En suma, estaban fuera del mundo del trabajo, fuera de los patrones de éxito, fuera de toda autoridad, lejos del capitalismo y del Estado además de sostener mediante la liberación erótica una lucha frontal contra el racismo y la moral establecida.
Un elemento importante del movimiento eran la mariguana y el LSD, que en términos místicos representaban las posibilidades ilimitadas de la conciencia y en términos políticos simbolizaban la expansión del yo y el encuentro con los otros. Los hippies eran la respuesta a una sociedad desilusionada ante los asesinatos de Malcolm X, Martin Luther King, John F. Kennedy y Robert Kennedy, pesimista después de Vietnam y el armamentismo mundial.

El movimiento pudo haber continuado, pero hacia 1970 se inició en Estados Unidos una campaña de neutralización: sus principales activistas fueron asesinados, se hicieron surgir drogas más adictivas como la heroína, y el rock se convirtió en un producto comercial. De la alternativa oriental, de Gandhi, Jesús y Buda, sólo quedó la negación de la razón y la búsqueda de mundos interiores. El orientalismo hippie se quedó sin crítica, sin memoria histórica, sin lucha política, sin rebelión.

Así surgió el New Age y se pusieron de moda las piedras, los cristales, las campanitas, el incienso, el feng shui, los horóscopos, etc., integrándose como objetos de consumo de una acrítica clase media. Esta empezó a recurrir cada vez más a la terapia, necesaria ante el individualismo, la competencia y la represión de lo erótico. Surgió la música New Age, dulce sonido para los ritmos de la producción en serie capitalista, y aparecieron los cursos de meditación para la búsqueda de soluciones internas a todos los problemas sociales. Nunca hubieran soñado los hippies que su movimiento se prostituiría hasta llegar incluso a la escuela primaria, convertido en lo que hoy se conoce como educación holista.

sábado, 6 de octubre de 2007

Los lugares de El Cid


Un recorrido por los lugares de El Cid empezaría en el poblado de Vivar, su lugar de nacimiento. Situado al norte de España, a 8 kilómetros de la ciudad de Burgos por la carretera a Santander, Vivar es una pequeña comunidad de apenas 140 habitantes dedicada al turismo rural. Si una vez Rodrigo Díaz agregó a su nombre el apellido ‘de Vivar’, en honor a su pueblo natal, ahora la comunidad ostenta, en correspondencia, el nombre de Vivar 'del Cid'.

En la entrada antigua a la ciudad de Burgos está el Arco de Santa María, cuya fachada exterior muestra al Cid con otros héroes y santos. Al interior hay una reproducción de la espada arrebatada por El Cid al rey de Marruecos y un hueso del Cid ‘con certificado de autenticidad’.


El edificio más llamativo de la ciudad de Burgos es, sin embargo, la catedral. Se trata de la única catedral en España considerada por sí misma Patrimonio de la Humanidad. Inspirada en el gótico francés, empezó a construirse en 1221 y se terminó en 1260 aunque después le fueron añadidos elementos del gótico avanzado: las agujas de la fachada y la capilla de los Condestables en el siglo XV y el cimborrio en el siglo XVI.

En el interior de la catedral hay varias capillas y un museo. Los restos del Cid y de su esposa doña Jimena descansan allí desde 1921. Antes estuvieron en el Monasterio de San Pedro de Cardeña, pero durante la ocupación francesa iniciaron un largo peregrinar hasta volver a Burgos a ocupar su emplazamiento actual. Dentro del museo de la Catedral se guarda, en la capilla de Corpus Christi, el cofre lleno de arena que el Cid ofreció como garantía de solvencia a los judíos Raquel y Vidas para que le prestaran dinero antes de salir al destierro.

Según la tradición oral, en la Iglesia de Santa Agueda el Cid hizo jurar al rey Alfonso VI que no había participado en la muerte de su hermano Sancho. Por este motivo el rey ordenó su destierro.

En 1955 fueron inaugurados por el dictador Francisco Franco la Plaza del Mio Cid y este monumento, en virtud del papel de Rodrigo Díaz en la construcción de la cristiandad. La estatua ecuestre muestra a El Cid montado en Babieca. Al lugar converge la Via Cidiana, un andador que parte del puente de San Pablo, con estatuas de diferentes personajes ligados a El Cid, empezando por Doña Ximena.


Y ya que estamos en Burgos no puede faltar una visita a la edificación más antigua de la ciudad. El castillo de Burgos fue construido en el año 884, como fortaleza contra los musulmanes. Destruido en 1813 por el ejército de Napoleón, alberga hoy un Museo de historia de la ciudad.
A 8 kilómetros de Burgos está el Monasterio de Cardeña fundado probablemente en el siglo VIII. Es de origen benedictino y en una de sus alas estaba la casa solariega de Rodrigo Díaz, El Cid. Allí se quedaron su esposa Ximena y sus hijas doña Elvira y doña Sol cuando fue desterrado de Castilla por Alfonso VI. Tiene un gran claustro románico del siglo XII con evidente influencia árabe, una torre con elementos arquitectónicos del siglo X al XV, una iglesia abacial de estilo cisterciense y una capilla barroca donde se depositaron los restos de El Cid tres años después de su muerte en Valencia en 1099. Sin embargo durante la Guerra de la Independencia los soldados franceses profanaron la tumba tratando de borrar la memoria del país invadido. Hoy en la capilla del Monasterio sólo están los restos de 26 personajes vinculados a la familia Díaz de Vivar.

Desde 1942 el Monasterio de Cardeña alberga a la orden cisterciense. Si alguien desea hospedarse allí hay habitaciones en renta, aunque los huéspedes deben ceñirse a la eucaristía, la víspera y las demás rutinas monacales. Como rasgo interesante, hay talleres de cerámica que los monjes trabajan siguiendo tradiciones medievales.

Pero si uno no se quiere limitar a recorrer la ciudad de Burgos y sus alrededores, hay una ruta ciclista de 1025 kilómetros, con buena señalización y placas conmemorativas a lo largo del camino. La ruta del Cid permite visitar, partiendo de Vivar, todos los lugares que el Cid recorrió en la literatura y en la vida real.